Un estudio elaborado por Psyma para la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes en el año 2018 muestra que los niños españoles juegan menos que antes, en concreto una hora y media diaria, y que dejan de jugar antes.
Otro estudio, publicado por American Journal of Play y titulado “El descenso del juego y el aumento de la psicopatología” pone de manifiesto que en los últimos 50 años el juego libre con otros niños se ha visto reducido de manera significativa, mientras que los episodios de ansiedad, depresión o sentimientos de indefensión han crecido entre niños, adolescentes y adultos jóvenes.
Según las palabras de Gonzalo Jover, director del Observatorio del Juego Infantil, restar a los niños y niñas el espacio y tiempo para jugar supone impedirles de uno de sus derechos fundamentales, la capacidad de vivir en plenitud su infancia.
Jover, al igual que muchos expertos, mantiene que el juego libre es el mecanismo esencial de la educación en la infancia, pues a través de él, niños y niñas se inician en el acervo cultural, las tradiciones de su comunidad, sus valores y normas.
La visión del juego como experiencia para el desarrollo vital no ocurre únicamente en los humanos. Muchas especies de mamíferos aprenden su comportamiento vital a través de juegos, y un buen ejemplo de ello son los felinos, con la caza.
El juego al aire libre y las pantallas
El estudio elaborado por Psyma no solo muestra que los niños dedican poco tiempo al juego libre, apenas hora y media diaria, sino que ese tiempo está siendo copado por las pantallas, ante las cuales pasan unas 30 horas semanales.
De los datos del estudio se desprende también que los padres confirman que a partir de los 7 años sus hijos prefieren otras actividades distintas al juego, como los videojuegos o ver la televisión o la tablet.
La caída de la natalidad es otra razón que explica esta reducción en el juego, pues habitualmente los hermanos siempre eran los mejores compañeros de juegos, pero en la actualidad son muchos los casos de familias con hijos únicos.
Si en los años 50, 60 y 70 era habitual encontrar a niños jugando con sus coetáneos en la calle, esto ya no es tan habitual. Se ha avanzado mucho en hacer las ciudades más accesibles, pero hay que trabajar para hacerlas más amables a la vida infantil, señala Jover.
La Fundación Crecer Jugando reivindica el juego como un derecho fundamental de los niños, dotando a esta actividad con la misma importancia que la salud y la educación, ya que el juego ayuda a los niños a desarrollar competencias e intereses intrínsecos, a tomar decisiones, ganar en autocontrol y aprender reglas, así como controlar las emociones y socializar con otros niños y niñas.
Los beneficios de jugar al aire libre
El proceso que hemos descrito no es más que la adaptación de la sociedad, y de los niños, a los nuevos tiempos. Las sociedades cambian y se adaptan a sus realidades, pero depende de ellas mismas frenar las posibles consecuencias de los cambios negativos.
Es un hecho indudable que los niños en la actualidad tienden a quedarse en casa en sus ratos de ocio y que prefieren las pantallas al juego al aire libre. Los peligros de seguridad a los que pueden enfrentarse los niños por jugar en la calle y recuperar juegos tradicionales no puede ser una excusa para abandonar esta práctica.
Un aspecto reseñable de los juegos tradicionales al aire libre es que, al jugar, los pequeños potencian sus relaciones sociales, mejoran sus habilidades sociales y ganan en autonomía. Los juegos tradicionales son, así mismo, una vía para proyectar el acervo cultural, como comentábamos anteriormente, una fórmula para transmitir tradiciones, costumbres y conocimientos.
Además de los beneficios para los niños, a los que hay que sumar la creatividad, el desarrollo de la imaginación o la ganancia en autonomía e independencia, jugar al aire libre es positivo también para el núcleo familiar, pues potencia esa relación de unión. Los niños necesitan pasar tiempo con sus padres y sus familiares para desarrollarse íntegramente como personas, y jugar en la calle es un modo eficaz de conseguir este propósito.
Por otra parte, pasar más tiempo al aire libre y recuperar juegos tradicionales no supone abandonar los nuevos tiempos y dejar a un lado las nuevas tecnologías. Los niños actuales, que son nativos digitales y están creciendo en un mundo online, conocen de primera mano las redes sociales, y son sabedores de sus ventajas. Sin embargo, las desventajas de las redes sociales son evidentes, o más bien las desventajas del abuso de estas herramientas, y en particular en los más pequeños preocupa la adicción a esta forma de tecnología.
La clave, podemos concluir, se basa en que los pequeños pasen más tiempo al aire libre, se relacionen más con otros niños y no dejen de lado los juegos tradicionales, al tiempo que hacen uso de las redes sociales pero de manera moderada y controlada, para evitar episodios de bullying y acoso en la red.