Los profesores enfrentan este inicio de curso una situación totalmente atípica, una inesperada hace apenas un año. Si ya el final del curso pasado, con la aparición del Covid-19, supuso una revolución, y no positiva, para la enseñanza y la educación, en estos meses de septiembre y octubre muchos vuelven a las aulas sin saber muy bien cómo actuar ante la evolución de la pandemia.
Las administraciones públicas competentes en educación, las autonomías, han tomado medidas de refuerzo de la educación quizás demasiado tarde y de manera insuficiente. Y a esto se suma una cierta dejación de funciones por parte del Ministerio de Educación, que se hace extensible al de Universidades, que no han coordinado medidas generales para asesorar a las comunidades autónomas.
De este modo, nos enfrentamos así a una situación peligrosa, son los profesores en muchos casos los que tienen que actuar casi como sanitarios, lo que les ha obligado a formarse de manera precipitada para actuar como defensa ante propagación de casos. Además, a esto se suma el debate constante en la comunidad docente sobre la necesidad de continuar con una formación continua que les ayude a resultar útiles para el proceso de enseñanza.
Actualizar conocimientos, una obligación entre los profesores y docentes
Montserrat Oliveras Bagués, orientadora académica y profesional, sostiene que el modelo de enseñanza actual es diferente al tradicional de hace unos años. Los jóvenes buscan una formación que les sirva de base, pero no como fin, sino que sea transversal. Buscan más ser resolutivos que adquirir conocimientos magistrales.
Esto es algo que han de comprender los docentes, que no pueden enfrentar una sesión lectiva pensando únicamente en cubrir lo que le demanda la comunidad educativa y los inspectores, pues claramente eso no sirve para formar mejores profesionales en el futuro.
Esto es algo que critican muchos docentes del sistema educativo actual, que no ha incorporado esos cambios que se están produciendo en el mundo. Un ejemplo es el de la incorporación de nuevas tecnologías al aula, no basta únicamente con dotar de medios a los centros escolares, sino que hay que saber sacar partido de ellos y conseguir que la educación virtual o el uso de internet en el aula sea un elemento más de aprendizaje y no una fuente más de desigualdades.
La educación presencial como garante de acceso igualitario a la enseñanza
En este sentido, la educación presencial sí es un seguro de acceso igualitario a la educación, pues todos los alumnos reciben clase en las mismas condiciones o condiciones similares, y no se deja en manos de las familias y su acceso a internet la posibilidad de que los alumnos reciban clases digitales.
No obstante, es importante tener en cuenta que la educación presencial tiene esta ventaja, pero no se puede dejar en manos de los centros educativos y los docentes, a través de su formación, competencias o medidas para evitar contagios que corresponden a otros, especialmente a las administraciones públicas.
La formación de los docentes, una medida impulsada por las autonomías
Las comunidades autónomas, que son las competentes en materia educativa, tienen todas ellas distintos servicios de formación permanente del profesorado a las que se adscriben muchos docentes.
Sin embargo, estos sistemas no están vinculados a la práctica de la profesión, de ahí que muchos opten por acudir a otras vías, como por ejemplo la Facultad Educación TECH Universidad donde pueden encontrar todo tipo de recursos para reciclar conocimientos y adaptarse a una nueva realidad marcada por la inclusión de las nuevas tecnologías en el aula.
Los profesores y docentes tuvieron durante el fin del pasado curso escolar toda una prueba de fuego para poder concluir el año de una manera relativamente solvente. Aquellos que no estaban adaptados a las nuevas tecnologías se vieron obligados a ponerse la pila, pero con la llegada de septiembre, desde la comunidad educativa echan en falta más recursos para enfrentar el curso en mejores condiciones.
La formación continua incluye también conocimientos relacionados con la inclusión en el aula, no solo las competencias digitales, así como la resolución de problemas frente a comunidades de adultos de diferente origen y el uso de herramientas más adaptadas a una nueva era marcada por las nuevas tecnologías.
Los profesores, como otros muchos profesionales, deben adaptarse a los cambios que se producen en el día a día, pues de su buena labor depende la formación de los alumnos, que serán los futuros elementos activos de la sociedad.