Es por todos sabido, que cada vez es más corriente la masiva afluencia de candidatos al funcionariado público. La gran competitividad aumenta en cada convocatoria y hace que la exigencia sea cada vez mayor. La estructuración de la oposición en los distintos grupos y la cada vez mejor preparada clase opositora hace que acceder a una plaza sea una tarea para la que hay que concienciarse. Bien es cierto que el esfuerzo que ello conlleva tiene grandes ventajas a la hora de alcanzar una buena calidad de vida.
No son pocas las ventajas y beneficios de conseguir un puesto de funcionario en España. El primero de ellos la estabilidad laboral, se obtiene un trabajo fijo para toda la vida, una seguridad que dará gran solidez en el ámbito profesional y grandes facilidades a la hora de conseguir hipotecas, créditos…
Así mismo, el funcionariado permite desarrollo y progreso, ascender profesionalmente gracias a la promoción interna pasando de un grupo a otro o bien ascender dentro del grupo en el que se encuentra el trabajador.
Otra ventaja es el buen salario, oscila entre los 1.000€ (Auxiliares) y los 2.000 (Técnico Superior) que dependerá de la Administración a la que se accede o grupo al que se pertenece, pero cuya revalorización anual está garantizada.
Cómo no mencionar la ventaja de la flexibilidad horaria, con horario matinal que facilita la conciliación con la vida familiar y poder disfrutar de tiempo libre en el día a día.
La igualdad de posibilidades es otro punto a destacar, pues la Administración Pública se rige por el Estatuto de Empleo Público, y es igual para todos, sin distinción de sexos.
Cada vez son más los que apuestan por este proyecto para una vida de calidad
Una gran cantidad de funcionarios coinciden en la idea de que la oposición al funcionariado es un proyecto de vida, una carrera de fondo cuya meta es el mejor premio a la dedicación y al empeño.
Para llevar a buen término este proyecto existe gran cantidad de profesionales a los que acudir a la hora de obtener orientación y formación, en grupo Me Forma están especializados en formar opositores y es un buen ejemplo de ello.
La edad de los opositores disminuye
Casi el 30% de los jóvenes que cursan bachillerato quiere opositar al funcionariado público según una encuesta realizada por UNITOUR con un estudio de aproximadamente 20.000 estudiantes de 24 ciudades españolas.
Este dato demuestra que los jóvenes españoles le dan cada vez más importancia a la estabilidad laboral y a la calidad de vida que supone trabajar para el estado.
Después de 10 años con escasez de convocatorias, este 2019 ha supuesto un gran reto para todos y es por ello por lo que se ha batido récord de oposiciones, con el grueso de aspirantes, aproximadamente el 44% en Madrid, el resto ha estado repartido por otras 13 provincias y más de 6.000 plazas para personas con discapacidad.
Con un total de 8.102 plazas que cubrir en la Administración general del Estado ha habido 118.625 aspirantes, todo un desafío que ha necesitado de la intervención de más de 3.000 colaboradores en los nueve procesos llevados a cabo en 14 ciudades.
Nunca es tardes para intentarlo
Si bien, como se menciona antes, la edad de los opositores está disminuyendo, una gran ventaja de esta opción es que siempre se está a tiempo y no importa la edad que se tenga para acceder a la plaza. Si hay descontento en el trabajo actual, si se quiere cambiar de hábito de vida o mejorar en su calidad, es una oportunidad siempre asequible.
Descartar pensamientos como “no voy a dedicar a estudiar el poco tiempo libre que tengo” o “hace mucho desde la última vez que estudié” es un buen comienzo.
No hay que tener miedo a enfrentarse a este reto después de los 40. Hay que dejarse influenciar y hacerle caso a los pensamientos e ilusiones que facilitan el camino.
Tener motivación es fundamental y poseer un objetivo claro son bases indispensables para obtener éxito en esta empresa. Con cierta edad se encaran los retos de una forma más madura, con claridad de idea y con objetivos realmente marcados y fundamentados.
Breve historia de la oposición en España
No podemos perder de vista el origen del examen de acceso a funciones públicas, que hunde sus raíces en el siglo XVI, donde se realizaban pruebas que debían ser superadas para obtener el cargo de Teniente de Corregidores.
Ya en el siglo XIX se establece la Función Pública donde las pruebas empiezan a regularse a través del Real Decreto de 18 de Junio del 1852 durante el Reinado de Isabel II.
No obstante, el carácter inamovible de la condición de empleado público, no llegaría hasta 1918 con el denominado Estatuto Maura, durante el reinado de Alfonso XIII. Sólo se podría dejar de ser funcionario por motivos disciplinarios.
Es en 1963 cuando este esquema queda recogido y consagrado en la ley de Funcionarios Civiles del Estado y en 1973 queda recogido en la constitución.